• El mucílago del café, un elemento poco usado por la industria, mostró tener varias cualidades para contrarrestar bacterias dañinas

Tres profesionales en microbiología y una tecnóloga de alimentos de la Universidad de Costa Rica (UCR) realizaron un aporte ejemplar a la ciencia nacional, e internacional, al hallar que el mucílago del café —uno de los subproductos de la industria cafetalera menos usados a nivel mundial— posee potenciales cualidades antimicrobianas adicionales a las ya descritas por la ciencia.

 

Desde hace varios años diversos estudios científicos venían informando que algunos componentes del café poseían la capacidad de inhibir (frenar) el crecimiento bacteriano. Sin embargo, este estudio de la UCR es el primero del país que amplía ese campo de estudio al analizar, con mayor detalle, unos compuestos químicos muy particulares del mucílago (los polifenoles) y su efecto en diversos microorganismos patógenos.

 

Los compuestos polifenólicos del mucílago mostraron no solo detener el crecimiento de ocho bacterias relacionadas con el deterioro de los alimentos, sino también frenar la proliferación de microorganismos altamente dañinos para el ser humano. Saber esto abre las puertas a un sin número de posibilidades futuras a favor de la industria cafetalera y de la salud en cuanto a la búsqueda de nuevos antibióticos.

 

“A nivel mundial hay muchísima investigación y miles de artículos científicos sobre los beneficios y perjuicios del café. Por eso, a nosotros no nos interesaba el café en sí, sino los compuestos que estaban en el grano que es lo que producimos en Costa Rica y exportamos. Se sabe bien que del procesamiento del café se generan varios subproductos y muchos se desperdician o no tienen mercado. Uno de ellos es el mucílago. Así, empezamos a ver una oportunidad y llegamos a este estudio que es uno de los primeros del mundo en informar sobre los compuestos polifenólicos en el mucílago del café”, aseveró la Dra. Carolina Chaves Ulate, líder de la investigación por parte de la Facultad de Microbiología de la UCR.

 

Los resultados de este estudio ya se encuentran publicados en la prestigiosa revista científica internacional NFS Journal y las grandes mentes detrás del hallazgo, además de la Dra. Chaves, fueron el Dr. César Rodríguez Sánchez y la Dra. María Laura Arias Echandi, de la Facultad de Microbiología, así como la Dra. Patricia Esquivel, de la Escuela de Tecnologías de Alimentos.

Los compuestos polifenólicos son elementos que se caracterizan por sus invaluables cualidades antioxidantes que favorecen el rejuvenecimiento celular. No obstante, se desconocía cuál era el efecto que podrían generar en los microorganismos, un aspecto que fue investigado de manera ejemplar por los científicos de la UCR.

 

¡Así lo hicieron!

Para obtener los resultados, el equipo científico de la UCR recolectó las muestras de mucílago de café en tres diferentes sitios de procesamiento en Costa Rica: Tres Ríos, San Marcos de Tarrazú y Moravia. Luego, decidieron adaptar al café un proceso muy popular utilizado para extraer los polifenoles de la cáscara de la uva.

 

Con la adecuación hecha, los científicos tomaron el mucílago y utilizaron etanol a fin de conseguir sus compuestos. Al completar ese paso, los profesionales posteriormente retiraron el alcohol de la mezcla para tener, en su totalidad, la esencia de los compuestos polifenólicos y estudiar así el efecto que producían en el crecimiento de trece bacterias. De ese grupo, los polifenoles mostraron frenar el crecimiento de ocho microorganismos.

 

La inhibición más eficaz de crecimiento se observó para la Bacillus cereus, un patógeno capaz de generar esporas y contaminar los alimentos que, al ser ingeridos, ocasionan dos importantes enfermedades alimentarias.

 

“Las bacterias las dividimos en dos grandes grupos: Gram positivas y Gram negativas. Cada grupo posee diferentes estructuras en sus paredes y hacen que los compuestos actúen de forma diferente con ellas. En este caso, el extracto de mucílago tuvo un efecto importante contra las Gram positivas y demostramos que, específicamente, contra Bacillus cereus hay un efecto inhibitorio”, ahondó la Dra. Chaves.

 

Las otras tres bacterias en las que se notó un efecto positivo que impedía su proliferación fueron Micrococcus luteus, Listeria monocytogenes y Staphylococcus aureus. La primera es una bacteria generalmente inofensiva, pero oportunista, que puede ocasionar endocarditis —inflamación de las válvulas del corazón— o bacteriemia —bacterias en el torrente sanguíneo— en personas inmunocomprometidas.

La segunda, la Listeria monocytogenes, incentiva una enfermedad catalogada como grave por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos. Esta puede causar fiebre, diarrea y es comúnmente encontrada en quesos. En cuanto a la Staphylococcus aureus, esta suele ocasionar infecciones en la piel.

El resto de las bacterias que mostraron un efecto —eso sí, muchísimo menor— fueron las asociadas con la microbiota intestinal humana. Estas son: Lactobacillus casei, Lacticaseibacillus paracasei, Lactiplantibacillus plantarum y Lacticaseibacillus rhamnosus.

Finalmente, las bacterias en las cuales no se vio ningún efecto fueron la Escherichia coli, Salmonella, Alcaligenes y Pseudomonas, causantes de serias enfermedades de vómitos, diarrea, náuseas, infecciones, pérdida auditiva, entre otros.