Desde su inclusión en el Código de Trabajo en 1943 y la promulgación de la Ley de Asociaciones Cooperativas en 1968, el cooperativismo ha sido indispensable en la economía costarricense, guiado por principios de democracia, solidaridad y equidad.

En Costa Rica, el movimiento cooperativista consiste de más de 600 cooperativas y más de 885 mil cooperativistas que están asociados a al menos una de ellas, esto representa cerca de un 17% de la población nacional, de acuerdo con el IV Censo Nacional Cooperativo.

Tal es el arraigo de las cooperativas en las comunidades, que generan alrededor de 45 mil empleos directos y más de 30 mil indirectos en el país, además de un impacto en el 40% en la población costarricense mediante sus servicios.

“Las cooperativas son una parte clave de la economía agrícola costarricense, la ganadería, los servicios de transporte público, la oferta de servicios de electricidad. Impactan la mayoría de las áreas productivas del país”, indica Ennio Rodríguez, Director General y Vicepresidente de Asuntos Académicos de la Universidad FUNDEPOS. “El cooperativismo impulsa el desarrollo económico del país y la producción nacional, es una institución fundamental para la reactivación económica y contribuyen a mejorar la distribución del ingreso en Costa Rica”.

En un contexto postpandemia, con una economía aun reconstruyéndose tras los estragos del Covid-19 a nivel mundial, el país se mantiene en busca de una reactivación económica que reduzca los indicadores de pobreza, desigualdad y desempleo que afectan actualmente a Costa Rica.

Las cooperativas en toda su diversidad, como asociaciones con un enfoque humanístico y social, tienen un papel fundamental en la prosperidad económica de los años por venir.

Las cooperativas impulsan el cambio social y el crecimiento económico, ofreciendo servicios financieros accesibles, apoyando a las MiPymes, generando empleo y fortaleciendo las economías locales. Además, reducen la dependencia de mercados financieros volátiles al adaptarse a necesidades locales y mejoran la calidad de vida mediante iniciativas sociales, ambientales y económicas.

También son un puente a la inclusión financiera de sus asociados, lo que genera un impacto positivo en la sociedad. En el caso de las Cooperativas de Ahorro y Crédito se han colocado cerca de ¢1 billón en créditos, de los cuales parte de sus excedentes se destinan al crecimiento de las comunidades por su inversión social y se distribuyen entre una amplia población de asociados.

El sector cooperativo está supervisado por el INFOCOOP y otras instituciones, como el Consejo Nacional de Cooperativas (CONACOOP), que trabajan para fortalecer y promover este modelo de economía solidaria en el país y, en el caso de las principales Cooperativas de Ahorro, estas también son supervisadas por la SUGEF.

Las cooperativas en el mundo

La ONU apuesta por el Cooperativismo como pilar clave de la reactivación de la economía y el desarrollo social en vista de la Agenda 2030, describiendo a las cooperativas como “empresas comerciales sostenibles y pujantes que contribuyen directamente a la generación de empleo decente, la erradicación de la pobreza y del hambre, la educación, la protección social, incluida la cobertura sanitaria universal, la inclusión financiera y la creación de opciones de vivienda asequibles”, de acuerdo con su Resolución 76/135.

En el caso específico de Costa Rica, es uno de los pocos países que fomenta el cooperativismo como política de Estado definido en su Constitución Política, contando para ello con instituciones públicas dedicadas a promover este modelo que apoya la inclusión social y también la financiera.