Panamá, 16 de setiembre 2025. Panamá acaba de dar un paso que podría cambiar la forma en que la región responde a futuras pandemias. Con la inauguración del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos (Crivb AIP) en la Ciudad del Saber, el país busca reducir su dependencia de vacunas importadas y convertirse en un actor estratégico en la producción de biotecnología para Centroamérica y el Caribe.
La ceremonia, encabezada por el ministro de la Presidencia, Juan Carlos Orillac, reunió a autoridades gubernamentales, científicos, diplomáticos y representantes del sector privado. Pero más allá del corte de cinta, el evento marca un cambio de visión: dejar de ser consumidores de tecnología y pasar a ser creadores de soluciones sanitarias.
“Este centro representa para Panamá un avance trascendental. Nos da la capacidad de responder de forma rápida ante patógenos de importancia sanitaria y diversificar nuestras actividades de base tecnológica”, destacó Orillac.
Un legado de la pandemia
El proyecto comenzó a gestarse en 2022, cuando la Senacyt impulsó la creación de una infraestructura capaz de acelerar el desarrollo de vacunas y fármacos biológicos. La experiencia de la pandemia de COVID-19, que expuso la vulnerabilidad de los países sin capacidad propia de producción, fue el detonante.
“El establecimiento de capacidades propias de investigación, desarrollo y producción de vacunas y biofármacos representa un paso fundamental hacia la verdadera soberanía y seguridad sanitaria”, afirmó la Dra. Paulina Franceschi, directora interina del Crivb.
La primera fase del proyecto supuso 10 millones de balboas en inversión para diseño, construcción y equipamiento. La segunda fase será aún más ambiciosa: una planta piloto de producción de vacunas con un presupuesto proyectado de 50 millones de balboas.

Ciencia aplicada a la salud pública
El centro, de 1,424 m², alberga un conjunto de laboratorios y plataformas tecnológicas de última generación. Entre ellos destacan el Observatorio “Una Sola Salud”, que monitorea enfermedades zoonóticas para generar alertas tempranas, y un laboratorio de bioinformática, que permite diseñar virtualmente proteínas y predecir el impacto de mutaciones en su comportamiento biológico.
También cuenta con un citómetro de flujo celular de alta precisión, herramienta crucial para purificar células y acelerar el desarrollo de anticuerpos monoclonales y vacunas. Estos avances permitirán a Panamá no solo producir soluciones locales, sino también exportarlas.
Cooperación internacional y ambición regional
El Crivb AIP es el resultado de una red de alianzas que incluye a la Ciudad del Saber, el Instituto Conmemorativo Gorgas, Indicasat AIP, la Universidad de Panamá, el Baylor College of Medicine, y socios internacionales como el Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital y la Embajada de Corea del Sur.
En la inauguración se firmó un Memorando de Entendimiento con la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil para impulsar la cooperación científica. Esta colaboración podría facilitar el acceso a tecnologías avanzadas y ampliar la capacidad de producción para toda la región.
“Esta alianza representa una oportunidad para ampliar el acceso a vacunas esenciales en Centroamérica y el Caribe, reforzando la investigación, el desarrollo y la producción regional”, señaló Ricardo de Godoi, de Bio-Manguinhos.
Más que un laboratorio, una apuesta estratégica
El impacto de esta iniciativa podría sentirse en varios frentes: ahorro en compras de vacunas extranjeras, generación de empleos calificados, atracción de talento científico y consolidación de Panamá como hub de innovación en salud.
El Dr. Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de la Senacyt, lo resumió así: “Este proyecto generará réditos en el tiempo. Panamá podrá responder de forma más rápida a las emergencias sanitarias, mientras desarrolla un ecosistema de investigación y producción que fortalecerá nuestra posición a nivel global”.
El desafío ahora será sostener la inversión, garantizar la capacitación de personal especializado y convertir la visión en resultados tangibles: vacunas producidas en Panamá y distribuidas en la región.
Si lo logra, el Crivb AIP no solo será un edificio en la Ciudad del Saber, sino un símbolo de independencia sanitaria y un ejemplo de cómo un país pequeño puede jugar en las grandes ligas de la biotecnología.